18 DE MAYO DEL 2007.

La maldición de las tijeras podría poco más o menos enunciarse así: "Todas las tijeras del mundo están llamadas a perderse algún día.". 

Mi padre las guardaba en un cajón de su mesa de trabajo. E invariablemente salían de él huyendo hacia no se sabe que ocultos destinos donde se les perdía la pista. 

Cierto. Algún día volvían. Cuando menos se las necesitaba. Y entonces, reunianse dos, tres y en algunas ocasiones hasta cuatro hijos pródigos, que tras breve visita reiniciaban la diáspora.

 "¿Donde están las tijeras?", se oía preguntar a mi progenitor desde el lejano rincón de su despacho.

 "Yo no las he tocado" se le respondía desde no menos lejanos rincones.

Y efectivamente, nadie las tocaba pues las tijeras andan solas como los bolígrafos, las gafas, los libros, las llaves, los hijos, las amistades o las ganas de trabajar.

 Ahora están, y de repente ¡ZAS¡ ¡Han desaparecido¡. El totum revolutum que es una casa con vida las ha ingerido de nuevo.

 Yo llevo un año y medio buscando una revista norteamericana de principios de siglo cuya portada lleva una ilustración de Norman Rockwell. Y por si fuera poco la muy maldita se burla de mi: ¡Un día la encontré¡……. Y cuando volví a buscarla………. ya no estaba seguro de haberla localizado en Tremp, en Barcelona, en Valencia, en Liria, en Xaouen o en Fez.

 ¡ Ay de ella cuando la agarre¡.

 A la caja fuerte (que es como la cárcel para las cosas) va a ir a parar.

 En la caja fuerte no se guardan las cosas de valor, se guardan las cosas cuya ausencia provocaría un vacío en nuestro corazón. Se guardan cartas privadas, cuyo contenido a nadie importa un rábano porque nadie daría un rábano por conocerlo, se guardan las joyas de la abuela, no por joyas sino por ser de la abuela, se guardan los títulos de propiedades  (de los que por ser públicos se pueden obtener tantas copias como se desee), se guardan los talonarios que sin nuestra firma no sirven para nada, se guardan los anillos de boda, las monedas dadas en arras (esa horrorosa costumbre resucitada por mor de la estulticia comercial), los resguardos de hacienda….. por llegar a guardar……… ya lo habréis adivinado……. mi padre guardo las tijeras.

 Pero aun así y todo; ¡las muy malditas se escapaban¡. Prueba irrefutable de que las tijeras caminan, porque eso si….. puedo juraros de rodillas que conocedores de que en la caja fuerte no había nada de valor que guardar, ni yo ni ninguno de mis hermanos quiso nunca saber su combinación, no fuera que recayera sobre nosotros la responsabilidad de la fuga.

 Cuando las cosas pierden la capacidad de moverse la casa se viene abajo; se convierte en una casa pluscuamperfecta, donde todo esta siempre en su sitio, pulcro, en militarizado orden de desfile, en inamovible localización.

 Esto une a la casa de la abuelita y a la casa de ultramoderna y ultra aséptica decoración; todas las cosas están en su sitio.

 Y aun prefiero la casa de la abuelita, donde las cosas al menos están, que no la casa de la nieta, donde aun habiendo sitio para ellas no están.

 Y es que las personas faltas de cariño siempre andamos metiendo el nuestro en las cosas, en los libros, en los cuadros, en el papel viejo, en nuestros escritos, en nuestro perro, en nuestro equipo de fútbol o en nuestra colección se sellos.

 De ahí que nos resulte tan fría la decoración minimalista; No hay en ella cosas con las que llenar el corazón, que no la casa.

 ¿Nace de esta consideración el barroquismo?. ¿No denotará este una brutal inconsistencia de los principios en que se asienta nuestro pensar?. ¿No será el hombre barroco un inmaduro?. Yo por si acaso no quiero saber nada de la sofistificación.