NOS, LOS ÁCRATAS, EN DEFENSA DE SU SANTIDAD

 

Hete aquí que quien presidiera antaño el Tribunal para la Defensa de la Fe se ha visto en estos días acorralado por las mismas mentes inquisitoriales que entre nosotros regían hace 500 años.

 Arrodillado ante la Inquisición Galileo tuvo el valor, tras retractarse de sus tesis, de concluir "…… y sin embargo se mueve…..".

 ¿Ha tenido Su Santidad, tenemos nosotros, el mismo valor?.

 ………….. Y sin embargo se mueve………………

 ¿Alguien colgó de su balcón la bandera Danesa  cuando desde el mundo musulmán se propuso dar muerte a los ilustradores gráficos autores de unos dibujos tan tibios que todos los días los vemos superados en acidez respecto a la iconografía cristiana?.

 ¿Alguien se atreve a decir hoy que Su Santidad tiene derecho a decir lo que le salga de los cojones, cuando le salga de los cojones y como le salga de los cojones?.

 ¿Alguien se ha tomado la molestia de visitar la pagina Web de la Santa Sede para bajarse el discurso Papal como señal de protesta frente a la ignominiosa dictadura de la ignorancia?.

 Son muchos años de lucha contra la Inquisición, contra la dictadura, contra la desigualdad de la mujer, contra la unión entre Dios y el Estado,  contra la imposición de formas de vida, como para que ahora vengan inquisidores ajenos a decirnos lo que podemos o no podemos decir.

 Su Santidad puede decir lo que le venga en gana, y al que no le guste, que no escuche. Y esa es la base de nuestro sistema. Y al parecer, frente a él, hay otro sistema, donde ni Su santidad ni yo ni usted podemos decir lo que nos venga en gana porque si no gusta a quien tenemos delante nos corta el cuello. Y ese desde luego no es mi sistema. Y si quiere Usted Aliarse con tan digno modo de actuar, alíese Vd. y su Santa madre; eso si, tenga la certeza de que tras su Alianza me merecerá Vd. el mismo grado de respecto que mi mundo merece en aquel otro, su aliado, (y bien sabemos todos que no es excesivo).

                                                                                                    Hoy cuelgo aquí una magnifica fotografía; unos amigos míos, (cuya inteligencia y grado de formación no lo igualan juntos todos los millones de iracundos manifestantes contra el Papa) parodian las imagen cristiana de la Virgen con el niño Jesús.

 Sostiene este entre sus dedos la minúscula bola de billar cuyo destino parece pasar inevitablemente por las alcantarillas.

Ase aquella el instrumento de freír churros, con el que, cual Potencias Divinas, rige los destinos de la humanidad.

 Pregúntense ustedes si una foto así, referida a otro ámbito, les hubiera costado la vida.

 Y siendo su respuesta positiva, no lo duden; entre la vida de sus amigos y la Alianza de Civilizaciones, manden Ustedes a la mierda a quien pretenda aliarse con los verdugos, porque como Vds., mis amigos de izquierdas saben, el socialismo se basa en un sabio precepto: No quieras para los demás lo que no quieras para ti.

Aliémonos pues todos para defender lo que el Presidente del Tribunal para la Defensa de la Fe nunca defendió.

 Y mediten quienes le atacan que el mayor daño a la organización eclesial le ha venido de ella misma, de la falta de libertad a que ha sometido a sus hijos:

 Le ha venido de la condena a la obra de Ramón Lulio realizada años después de su muerte por el Inquisidor catalán Eymerich.

 Le ha venido de Felipe de la Torre, quien escribe hacia 1550 en su obra: "Institución de un Rey Christiano" refiriéndose a los que actúan en los tribunales de político militares;

 "Que esos hipócritas "son tales que no se cansan de matar y derramar sangre.". Frente a ellos "no sea el Rey ministro de la crueldad ni pasión de nadie, sino de sola la justicia.". Su advertencia se hace constar en términos muy severos: "que so especie de religión no se haga cosa que sea en perjuicio della y no solamente les pese después de haberlo hecho, pero aun tengan un perpetuo escrúpulo de conciencia y sospiren por haber permitido que se derramase la sangre de algunos, sin causa bastante".....Pues: "Las cosas que se hazen a título de servicio de Dios, hanse de emprender christianamente, hanse de tratar christianamente y en todas nuestras obras y acciones, ha de resplandecer el ánimo y charidad christiana; pero so especie de religión infamar al próximo, quitar sus bienes al Christiano y buscar la muerte a quien Jesu Christo dio vida, no es justicia, sino tiranía; no es piedad, sino crueldad; no es religión, sino falta de temor de Dios.".".

  Le ha venido del Índice de 1551. Del Índice de 1559 que contiene 670 prohibiciones, divididas según la lengua utilizada. Del Índice de 1583, donde el numero de libros prohibidos asciende a más de 2200.

Le ha venido de la condena a la obra de Vives y de la persecución a San Juan o a Santa Teresa

 Le ha venido de Sor Juana Inés de la Cruz;

 "Yo nunca he escrito, sino violentada y forzada, y solo por dar gusto a otros….. ¿Qué entendimiento tengo yo? ….. Dexen esso para quien lo entienda, que yo no quiero ruido con el Santo Oficio.".

 Le ha venido de la justificación que el Padre Florez da al tener que incluir leyendas en su  "España Sagrada" cuando al tocar materias piadosas, escribe:

 "Por tanto dejo pasar algunas cosas en que quisiera descubrir más firmeza; pero por ser sagradas, y no hallar convencimiento en contra, más quiero exponerme a la censura de los críticos, que desairar la reputación de la piedad.".

 Le ha venido de Miguel de Molinos que en 1676 termina su inigualable obra "Guía espiritual", con la frase:

 "todo lo sujeto, humildemente postrado, a la corrección de la Santa Iglesia Católica romana.", (lo que no impido que muriera preso de la Inquisición).

 Le ha venido del canónigo Torres de Villarroel  que en 172, al escribir su "Vida" con tanto humor como temor nos relata;

     "Yo entraba a cumplir con el precepto de la misa en una de las iglesias de Madrid; y cuando quise doblar las rodillas para hacer reverencia y postración que se acostumbra entre nosotros, me arrebataron la acción y los oídos las voces de un predicador, que desde el púlpito estaba leyendo, en un edicto del santo tribunal, la condenación de muchos libros y papeles; y mi desgracia me llevó al mismo instante que gritaba mi nombre y apellido y las abominaciones contra un cuaderno intitulado Vida natural y católica, que catorce años antes había salido de la imprenta. Exquisitamente atemorizado, y poseído de un rubor espantoso, me retire desde el centro de la iglesia, donde me cogió este nublado, a buscar el ángulo más oscuro del templo, y desde él vi la misma con ninguna meditación, porque estaba cogido mi espíritu de un susto extraordinario y de unas porfiadas y tristísimas cavilaciones.......

Alborote nuevamente a mi linaje, revolví a mis vivos y difuntos, y me certifique en que los de setecientos años a esta parte estaban llenos de canas y arrugas de cristiandad y que todos habían sido baptizados, casados, muertos y enterrados, como lo manda la Santa Madre Iglesia..."

    "Determiné manifestar al Santo Consejo, en un reverente memorial, mi desgraciada inocencia, rogando por él, con humildes súplicas, que me declarase la temeridad de mis proposiciones, solo para huirlas y blasfermarlas; y que mi ánimo no era darles defensa con la explicación, ni disculpa con el discurso de algún nuevo sentido, ni las deseaba otra inteligencia que la que había producido su condenación; porque nada me importaba tanto como salir de mis errores, aborrecer mis disparates y rendir toda mi obediencia a sus determinaciones y decretos.".

     Le ha venido del padre José Francisco de Isla, quien en 1758 concluye el prorrogo a su "Historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas, alias Zotes", prohibido por decreto dos años después, aclarando que:

 "Me profeso rendido y obediente a las leyes de la Iglesia, y, por fin y por postre, tengo mi alma en las carnes, a la cual estimo tanto como puede estimar la suya un patriarca.".

 Le ha venido del exceso de dogma, y digámoslo con claridad, le ha venido hoy, y de manera muy especial de la condena a la Teología de la Liberación llevada a cabo, precisamente, por quien, nosotros, los ácratas, tenemos la obligación de defender.