NIETZSCHE Y LA PROCESIÓN DE LAS PANATENEAS.

 

                                                     5 de marzo del 2007

 

CARTA A UNA AMIGA A QUIEN LE VA A SALIR NIETZSCHE EN SU EXAMEN DE FILOSOFÍA.

.....Y la procesión de las Panateneas (explicaba el libro de Arte Griego que manejo), finaliza ofertando ante Zeus sus dádivas.....

Y yo miro la foto............. pero solo veo que tras los Dioses estaban "ellos", ........ los Héroes.........

Y entonces tuve la intuición ....... en el examen de Filosofía te saldrá Nietzsche ............

Claro que mi idea era inducida por "ellos"; esos personajes a los que difícilmente se identifica pero que son la antítesis de lo que aquel pensador buscaba.

    Y poco más o menos mi relación entre la Procesión de las Panateneas y el pensador quedó sentada así:

    ".............. en la mitología griega, Urano (encarnación del Cielo) y Ge (encarnación de la Tierra) alumbraron a los "gigantes".

    Eran estos hombres distintos y superiores a los demás.

Hijos de los Dioses y con sus mismas cualidades y virtudes.

Solo la mortalidad de sus almas los diferenciaba.

Estos "Gigantes" eran lo que Nietzsche llamó "Superhombres".

    Vanagloriados de sus cualidades sobrehumanas, decidieron enfrentarse a los Dioses para ocupar su lugar y al grito de "Dios ha muerto" (que por ironía de la Diosa Fortuna repetiría dos mil quinientos años después nuestro autor), se lanzaron a una feroz batalla contra los habitantes del Olimpo.

    Es esta batalla entre los Dioses y los Gigantes, el tema que se repite una y otra vez en el relieve de los frontones o en las metopas de los frisos de innumerables templos griegos.

    El encuentro fue feroz, pero lo más terrible del mismo resultaba ser que ni los Dioses ni los Gigantes podían darse mutuamente muerte, pues los primeros eran inmortales y en cuanto a los Gigantes, nos cuenta la mitología que solo los hombres podían matarlos.

    Fue por ello que Zeus, para obtener la victoria final de los Dioses, tuvo que llamar en su ayuda a los hombres, y así aparece en escena Heracles, el Héroe griego que con sus flechas remata a los Gigantes.

    El Superhombre de Nietzsche, es también un Gigante que quiere suplantar a los Dioses (por eso Hitler le regalo a Mussolini una edición completa de las obras de nuestro autor), un Gigante que no pone nada por encima de Él y que tiene por debajo a todos los hombres.

    De ahí que sus Gigantes se convirtieran en el problema de los Hombres.

Ignoraba sin embargo que cualquier Hombre puede ser Héroe en su cotidiano hacer y que por tanto cualquier Hombre podía matar a sus neurasténicos Gigantes aunque hubieran llegado a convertirse en Dioses.

    Ignoraba lo que ya los griegos sabían: que con los Gigantes, y por tanto con los problemas gigantescos, solo podían acabar, darles muerte, los Hombres y no los Dioses, la acción y no la meditación, la física y no la metafísica.

    Los Hombres-Héroes que conciben los griegos, beben vino con los Dioses sentados a su mesa (de ahí las numerosas representaciones de Heracles con una copa en la mano), ellos son el eslabón entre los Dioses y los Hombres. Ellos son los Hombres que aspiran a Dios pero no a Gigante.

Lee a Nietzsche poquito, y con prudencia, y en tu heroico batallar diario (sobre todo con el profesor de Filosofía), no dudes en alinearte (como siempre has hecho) junto a los Hombres y no junto a los Gigantes.