20 DE JUNIO DEL 2006.

EL ETERNO DESCONTENTO O LA INMUTABILIDAD DE LAS PIEDRAS.

 

Son muchos y muy variados los proyectos económicos que estos días se han barajado en casa, a saber:

- una granja de guacamayos.

- una paradita de jipis para vender collares y botellitas de cristal.

- una sala de masajes en sus dos versiones: decente e indecente.

Y otras diversas opciones que por su inviabilidad y falta de atino no voy a recoger aquí.

El eterno descontento, el querer ser lo que no se es, la humanidad en una palabra, ase instalado entre nosotros, en puridad no se ha instalado, nos resulta consustancial, nunca nos dejo.

Ser o tener es la dicotomía del filosofo barato. Ser y no ser es la del hombre.

Aspiremos pues todos a ser lo que no somos. La inmutabilidad es ajena al ser. Nadie es lo que es, solo somos lo que aspiramos a ser. Soy lo que no soy porque mi ser es caminar hacia lo que no soy.

De donde no soy un ser, soy un rayo de luz disparado hacia la oscuridad, hasta que Dios mediante, o el diablo intercediendo, tropiece con la luz de una estrella que apague mi caminar.

¿Y que es una estrella? ¿Una mujer? ¿Un trabajo? ¿una cofradía de la santa llaga de Cristo? ¿Un hijo?.

Para el eterno descontento, para el eterno ser cambiante, una estrella es todo lo que paraliza tu descontento, todo lo que paraliza tu cambio, todo lo que con excesiva luz, deslumbra hasta el punto de apagar en tu corazón los inverosímiles cambios que constituyen nuestra vida. ¿Y acaso soy yo el mas inverosímil?.