2006, 3 de Mayo

 

UN COCODRILO, TRES OVEJAS, UNA RANA UNA ARAÑA Y UNA MOSCA

 

Abro el libro ………….. y allí están ellos……….. mis amigos……. Son un cocodrilo, una rana que dice "croac", dos ovejitas con tres corazones, una araña y una mosca.

Los hizo ++++++++ en el inicio del 2006, durante un viaje a Fez, sobre el mantel de un bar, y fueron recortados y adheridos a mi libreta en prueba de que no puede amar lo grande quien no sabe amar lo pequeño.

Dirijo a ellos mi mirada …. y esto es lo primero que veo ……. sus ojos, …….. sus grandes ojos a través de los cuales ellos me miran a mi, …….. sus ojos espejo de su alma ….. Y aquí esta el secreto de mis amigos: tienen alma.

Un alma que individualiza a la rana que dice "croac" y la convierte en la rana tal o en la rana cual. No es una rana. Es la rana.

Es alguien, o es algo…… y si no es así el pintor puede jubilarse.

Quedamos pues en que mis amigos tienen alma.

Que los animales, nuestros hermanos en Dios, la tengan, es cosa bien sabida por todos (si exceptuamos a la Santa Sede). Ya por ello San Francisco  referíase en su cántico espiritual al "hermano sol, hermana luna" (tan popularizados hoy por Mecano, que tuvo el acierto de musicalizar la obra del Santo de Asís).

Yo a mi vez lo aprendí en Unamuno, en aquellos versos en que declara su inequívoca intención de no ir al cielo si no va también su perro y corre con él de nube en nube.

Y también en aquella obra de Sender titulada "Adela y yo" en la que se limita a escribir sobre la ardilla que cada día le visita en su casa;

"…. Es decir, que gracias a ella, puedo yo darme cuenta de la dosis de divinidad que hay en cada criatura humana. Y también en ella, en Adelita.".

…. Pero; ¿hasta donde llega la capacidad de tener alma?.

Cuenta en algún lado Delibes su dificultad para matar un ciervo: ………. "Tiene ojos que me miran"……… y acto seguido justifica su amor al deporte de la caña diciendo de los peces que por la frialdad de sus ojos no siente pena alguna al cobrarlos.

Mas ……. los dibujos que tengo a la vista, hablanme de una mosca, que aun sin ojos…… tiene alas …… y esta volando.

Y como van decreciendo en la escala animal y primero esta el cocodrilo y luego las ovejas y luego la rana y más tarde la araña y por último la humilde mosca, no puedo sino concluir que el alma esta en todos y cada uno de mis amigos, por insignificantes que sean.

Evidentemente con esto, mi amiga ha dado un gran salto en su pensamiento, pues ya estamos hablando de los más insignificantes seres.

Y como nuestros lerdos filósofos nunca se han atrevido a decir claramente que las cosas tengan alma, se han inventado una palabra que lo refleja sin decirlo: ANIMISMO.

Cuando Camilo José Cela escribía bien, cuando escribió Pabellón de Reposo, lo veía claro:

"……. Cuando Dios me pregunte cualquier día:

-Hijo mío ¿en que quieres que te convierta?.

- Yo le responderé sin pararme a pensarlo:

En aquella pareja de enamorados que camina cogida de la mano, padre mío, o enlazada por la cintura; o si vos queréis, en esa centenaria pared, toda cubierta de musgo, o en aquel seto de mirto, que es tan hermoso, o en aquel otro periódico que el viento lleva como una paloma de un lado para otro. En cualquiera de esas cosas Señor, que vos habéis creado para que vivan, para que los que marchamos por la vida como caminantes sin rumbo, en ellas aprendamos su serena lección.".

Y aunque por miedo al ridículo, o miedo a la hoguera, nadie se haya atrevido a decir que: "¡Ojo que también a las cosas les ha dado Dios alma¡", "Ojo que en mi barrio alma tienen hasta los gatos¡", es sin embargo lo cierto que este animismo es la base del pensamiento que siempre no ha rodeado a quienes habitamos esta tosca península.

Desde los Epigramas de Marcial dedicados al mondadientes, al jabón o al espantamoscas.

Desde los versos de Berceo que vincula a Dios con las lombrices.

Desde que Santa Teresa pregonó que Dios anda entre los pucheros.

Desde que Sor Juana escribió: "….. porque como  no hay criatura por baxa que sea, en que no se conozca el me fecit Deus, no hay alguna que no pasme al entendimiento.".

Desde que Azorín dedico su obra a relatarnos los primores de la vulgaridad.

Y es que como decíamos al principio, no sabe amar lo grande quien no sabe amar a mi amiga, la pequeña mosca, que aun sin ojos, vuela.

El amor a lo pequeño y nimio inflama nuestro amor por lo grande y para quien lo pequeño no es nada lo grande no es grande. Nuestro amor a lo pequeño le confiere alma, lo "animiza"…… y si nuestro amor a la mosca le confiere alma ¿Qué no le habrá conferido el amor que por ella sienta su creador.?.

De donde claramente se infiere que también las moscas irán al cielo. Cosa que yo se tras arduas  lecturas y que mi amiga ++++++++ sabe por ciencia infusa.

¡Y luego dicen que el saber no es innato¡.

Fez, abril del año 2006.