11 DE MARZO DEL 2009.

GALERÍA FOTOGRÁFICA DEL ESCULTOR

DAMIÁN CAMPENY

 

La opinión que yo voy a dar aquí no debe de ser mantenida en forma alguna por ninguno de quienes me leais.

Como todos Vds. saben Dios es Dios y los demás somos sus monaguillos y si la Generalitat cree que la obra cumbre del neoclasicismo catalán es la Lucrecia Muerta y el mejor escultor Damián Campeny ……… pues nosotros a callar y especialmente a aceptar la verdad oficial en nuestros exámenes.

Más vayamos a lo que vamos;

El Neoclasicismo nunca tuvo en la península el arraigo que encontró en otros países. Posiblemente porque viene referido de forma muy especial a los ámbitos de la arquitectura y la escultura, ambos de elevado coste y especialmente vinculados por ello a los sectores económicamente más poderosos, por aquel entonces el Estado y la Iglesia.

Y ya lo decía el pintor Genaro Pérez Villamil quien el 22 de Enero de 1843 escribía:

"Pobre gobierno, como te calumnian, bueno estas para soñar en arte ni en artistas; además son cosas pequeñas e indignas de que tu dignidad en ellos y ellas se ocupe.".

Esto no era del todo cierto, la administración hizo por las artes lo poco que sus escasas fuerzas le permitían hacer y la prueba palpable de que no solo el gobierno sino la sociedad en su conjunto les prestaba el escaso interés que la economía permitía lo constituye el hecho de que los artistas pensionados en Roma o en Paris se resistieran contumazmente a volver y aun perdiendo las becas que hasta allí les habían llevado decidían continuar en su patria de adopción. Solo la ya ganada fama les abría las puertas a un retorno con suficientes garantías de poder mantenerse.

Y ahí tienen ya Vds las dos primeras notas que caracterizan al neoclasicismo; es un arte caro y por tanto es un arte para instituciones públicas.

Si será caro que los escultores becados en Roma no tienen dinero para hacer vaciar en escayola las esculturas que han modelado en barro, tal les ocurre a Ponciano Ponzano, a Sabino de Medina y a Agusti Querol (este si es una cumbre del neoclasicismo catalán tardío; aunque desgraciadamente sus obras se encuentren en Madrid; en el frontón de la Biblioteca Nacional o en el Museo del Prado (os recomiendo que en el examen digáis claramente a Rosa que las dos versiones que este autor hizo de "Tulia", la que esta en el Prado y la que forma parte de una colección particular, ambas idénticas, superan infinitamente en calidad a cualquiera de los mármoles de Campeny)).

Pues bien, cuando Agustí Querol tiene que vaciar en yeso el grupo  de "La Tradición" (que gano la Primera Medalla en la Exposición nacional de 1887) tiene que mendigar entre sus amigos que le ayuden sin cobrarle porque no tiene otra forma de materializar la escultura.

Y estas dos notas son ya, personalmente, motivo para hacerme mirar el movimiento con recelo.

Sin embargo lo que más me aleja de él es verlo carente de identidad propia ¿Cómo valorar un movimiento cuya única base es la servil admiración de un pasado del que le distancia hasta XXV siglos? (porque en realidad no imitan un clasicismo romano sino griego) ¿Qué pensar de que Campeny base sus cánones de belleza en las medidas usadas por Polícleto?, ¡y si al menos las utilizara bien pero la misma Lucrecia exhibe un cuello desproporcionado unos dedos sin formar anatómicamente y unas manos hinchadas por la falta de riego sanguíneo¡.

Tan vacía de ideas esta su obra que si bien la Lucrecia la moldea en Roma a los 33 años (entre 1803 y 1804 fecha de su llegada a España), cuando la pasa a mármol 29 años después, (en 1833 y contando ya entonces nuestro autor con una edad de 62 primaveras) se autocopia a si mismo moldeando entonces la Cleopatra Agonizante (técnicamente mucho mejor especialmente en los vestidos, pero carente de alma) como si nunca otra idea mejor le hubiera venido a la cabeza durante los últimos 3 decenios.

Esta es la principal crítica al neoclasicismo; su carencia de ideas, su servil copia del pasado sin aportar nada nuevo y si mucha obra de mediocrísima calidad.

Y aunque el Neoclasicismo nunca destello en la vacuidad del mundo intelectual que era la España de mediados del XIX, si que triunfo, o sea si que impuso sus normas e inundo los salones de nuestra Administración y de nuestro nobles

Os cito a Alfonso Rodríguez G de Cevallos en su libro "El siglo XVIII. Entre tradición y academia"  que refiriéndose a las obras premiadas por la Academia de San Fernando dice:

"De los 177 temas reseñados entre 1758 y 1800 todos fueron de contenido histórico, ninguno de un retrato, un paisaje, un bodegón o una pintura de genero. Según la división establecida por C. Bedat, 63 fueron de historia antigua de España, 47 de escenas bíblicas, 14 mitológicos, 13 de historia de Roma, 6 de historia de Grecia y 5 de vidas de santos. Era patente que para los mentores de la Academia el género histórico era el único digno de cultivarse en cuanto era capaz de expresar las nobles acciones y los sentimientos sublimes; los demás géneros, excesivamente condicionados por la realidad, no permitían desarrollar adecuadamente los bellos ideales en que aquella cifraba su enseñanza.".

Y en fin, me quedo con la opinión de Marín Medina ("Escultura Contemporánea (1800-1978)) quien refiriéndose a la obra de Campeny escribe de ella que;

"Un frío helado de muerte se desprende de todos sus trabajos, que responden más a un buen aprendizaje que a un sentimiento sincero. Sus esculturas mayores; Cleopatra Agonizante, Lucrecia Muerta y El Gladiador, testimonian como no es suficiente una mano maestra para crear una obra magistral.".