2006-JULIO-7

 

PERSONAL PARA DOÑA ASUNCIÓN ROSALÉN ALCOCER.

 

Hace poco días remití a una amiga, de viaje en Alemania, un paquete con algunos libros: "Cabeza de Turco" de Gunter Walraff (¿Cómo no?.... estando en Alemania?. La familia de Pascual Duarte, La Lluvia Amarilla (de Julio Llamazares), alguna obra de Delibes, (no recuerdo cual, pero si que busque Las cartas de amor de un septuagenario voluptuoso para que mi joven amiga pudiera burlarse de mis muchos años).

De entre todas ellas, me dice hoy, que ha empezado  el "Réquiem por un campesino español.".

La obra donde Sender nos habla de la soledad del vencedor.

De la pobreza espiritual en que queda quien no permite crecer en su entorno posturas ajenas a la suya.

Mi buena amiga que desde luego no es septuagenaria, hace ya mucho tiempo sin embargo, que no es joven.

Mi buena amiga sabe bien que quien vence en todo se queda más solo que la una y por eso no permite que el entono venza siempre y se rebela contra él buscando nuevas fronteras donde estudiar o nuevos caminos que recorrer.

¡OJO MI BUENA AMIGA¡ que el entorno le esta tendiendo a Vd. una nueva trampa consistente en dar clases,  y Vd. no ha de tener la pretenciosidad de darlas sino el gusto de recibirlas. Que todos tenemos muy poquito que enseñar y muy mucho que aprender.

Y aprovechando la elección del libro enlazare con el comentario que el otro día dirigí a un reportaje de televisión.

Hay dos clases de intolerantes: el intolerante tonto y el intolerante listo (listo, no inteligente).

El intolerante tonto carece de imaginación; es incapaz de concebir que alguien viva en un mundo distinto al suyo, no consigue ponerse en el lugar de los demás.

El intolerante listo es mucho más peligroso; concibe mundos ajenos, pero su complejo de inferioridad le lleva a abominar de los mismos (y de paso a estrellar un avión contra sus símbolos).

Nuestros abuelos sufrieron a los intolerantes listos a los que se refiere la obra de Sender (ganaron la guerra civil) nuestros padres padecieron a los intolerantes tontos (ganaron la postguerra). Pero ambos, tanto los tontos como los listos, se quedaron solos.