La Meseta según Albiac, Benjamín Palencia y Esther Rodríguez.

2008, 5 de Abril.

¿Evoluciona el paisaje o evolucionan las personas que lo ven?

El recurrente tema de la meseta castellana  es tratado en estas tres obras de distinta manera. La primera de ellas es de un pintor aragonés hoy medio olvidado, Albiac, que paso su vida dando clases en Zaragoza. Mas abajo hay un óleo de Benjamín Palencia ya tardío (1975). Por último esta la visión de Esther Rodríguez.

La obra de Benjamín Palencia trasmite la misma aridez que el paisaje de Albiac, pero le añade una nota de optimismo el azul del cielo carente de las connotaciones tormentosas que hay en la primera obra.. Acentúa el proceso de desertización el marcado protagonismo del sol, para destacar el cual se valió del truco de pintar al revés; primero y en tonos anaranjados pinto la aureola de luz que rodea a la bola ígnea; y sobre este fondo anaranjado  y en rojo violento, cuyas pinceladas aplica circularmente, coloco a Zeus.

Pero en la obra de Benjamín Palencia el sol no deslumbra al azul del cielo, la luz solar quema pero no ciega, por ello el protagonismo del espectador es mayor en la obra de este autor que en la de Albiac. Nosotros mismos interpretamos el paisaje, este es paisaje porque los vemos, lo interpretamos, lo lloramos. Por contra el paisaje de albiac se me impone, me aplasta, como mucho puedo llorarlo, pero no puedo vivirlo. El protagonista es el cuadro y no yo.

 

 

El azul y el blanco de Palencia confieren vida a mi actividad en aquella tierra. El azul y el gris de Albiac aplasta mi vida en aquel mismo terruño.

(¡Y que triste puede llegar a ser la mezcla del azul con el gris¡, ¡Que tenebristas y tristes los azules violáceos que progresivamente se diluyen en la inmensidad del espacio¡. Esta tristeza ses apreciable en los cielos nublados que en el XVI se utilizan para las crucifixiones, sus descendimientos, sus pasiones o sus dolorosas. El Greco en ocasiones utiliza el violeta para rodear de un aura invisible sus retratos.)

La misma dicotomía entre ambos cuadros puede apreciarse en la concepción del paisaje rural; Los campos de Palencia son campos que denotan su sometimiento al hombre, sus irregulares contornos incluso denotan el predominio de este sobre la naturaleza (¿o sobre el estado?) al ampliarlos para fines propios. Son campos cuidados, campos de actividad, campos donde el trigo alterna con la remolacha, con la cebada, con el roquedal, campos en los que los marcados linderos denotan marcadas individualidades.

En cambio en Albiac el paisaje esta destruido, se ha convertido en cantera y esta a su vez en ruina. El hombre no tiene ya nada que hacer en él. Definitivamente el paisanaje se ha impuesto al hombre, lo ha aplastado. Allí ya no hay pobreza, ahí desolación. Allí ya no hay hombres, los han habido, como han habido conflictos, ha habido en definitiva destrucción humana y no tan solo degradación ambiental.

El paisaje de Albiac es pesimista e irreversible. El paisaje de Palencia es optimista y reversible. Las tristes, paupérrimas y aisladas espigas de trigo que Palencia sitúa en la base de su cuadro exasperan tu ánimo contra el causante de aquella pobreza.

 Notas la existencia de un abandonado agricultor y te rebelas contra ella lo que a la postre confiere a la obra una carga de crítica social. Por contra Albiac al querer cargas las tintas de dicha crítica ha deshumanizado tanto el paisaje que ha apagado tu rebeldía. Por su tierra ya no vale la pena luchar, no vale la pena enfrentarse a ningún Dios omnipotente y causante de aquella hecatombe; en su paisaje ya no hay hombres a los que defender ¿para que buscar entonces culpables?

Ante el paisaje de Albiac no piensas sino en dejar descansar en paz a los muertos y das por tal no solo al entorno sino a sus ya pretéritos habitantes. Ante el paisaje de Benjamín Palencia levantas el puño y te exasperas.

 

 

En un afortunado proceso involutivo, pasados 40 años desde que Albiac pintara la Castilla muerta y 30 desde que Benjamín Palencia la certificara agonizante, nuestra amiga Esther dio fe de su resurrección.

 

 

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